Thursday, December 31, 2009

Gonna go go go.

Hoy es la decimotercera Luna Llena del año.

Éste año pasaron un montón de cosas. Decidí de una vez por todas que es imperativo vivir a la altura de los ideales, y descubrí que está cabrón ser John Wayne y Musashi, el Gabo y Armstrong, Leonidas y Pascal. Y claro, ser el Ché.

Leí, escribí, me enamoré y se me rompió el corazón, volé, bebí y deje de beber, hice abdominales y sonetos, adopté un gato y una mejor postura, vi la Luna, me desvelé para levantarme temprano, extrañé a mis amigos y los encontré, le preparé el desayuno a una vaca huérfana, fui sastre y anacoreta.

Fue un año interesante, agridulce, nítido, breve y maravilloso.

Wednesday, December 16, 2009

Still a chance...

Nací en 1984, así que era natural esperar que para cuando tuviera 30 fuera veterano de la Tercera Guerra Mundial. Eso parece cada vez menos probable. Es un sentimiento extraño, partes iguales de alivio y una vaga desilusión que da vergüenza admitir, como cuando el trapecista alcanza a su compañero y escapa de una muerte espectacular. Suspiramos por ambas razones.

Y la verdad es que creo que todos nos vamos a sentir así en 2013.

Aunque quien sabe, a lo mejor me equivoco y sí me toca una vejez a-la-Mad Max, recorriendo las ruinas del mundo con mis amigos (todos ellos milagrosamente sobrevivieron, claro) en mi viejo uniforme y con mi brazo cibernético. Barba como Fidel y quizá una cicatriz en el rostro. Seré un tipo rudo pero melancólico.

Pero claro, el mundo del futuro no tiene lugar para sentimentalismos, así que los haikus los guardo celosamente en mi bitácora.

Wednesday, December 09, 2009

So there.

I dated this girl once, who was really into vegetables that look like celebs. We broke up for an argument about this egg plant that kinda looked like Nixon. Sadly, she doesn’t consider egg plant to be a vegetable and I don’t consider Nixon to be a person, hence the quarrel.

Other than that little quirk she was all right, straight blonde hair and pretty blue eyes. All in all she was a fine girl all around, and I sometimes wonder if poisoning her llama was too much, but you know, fuck it. Llamas ain’t people either so there.

Anyway this all has to do with something funny that happened to someone I don’t even know, so well, yeah, I don’t remember where I was going with this but the point is that I miss the quirky blonde girl whose llama I murdered and I hope she is doing fine.

The girl that is, the llama is gone all right.

Tuesday, December 08, 2009

End of an era.

La verdad es que no me gustan los espejos. Me ponen un poco nervioso. Tampoco me gustan los maniquís. El tráfico siempre me pone de malas. No me gusta hacer fila ni barrer.

Me gustan mucho los insectos. Me gusta el sonido del viento y el olor de cuando acaba de llover. Me gusta la Luna, me gusta cuando se va la luz y prendo una vela. Me gusta correr. Me gusta acostarme en el pasto.

Me gusta extrañarte y no me gusta extrañarte.

No sé. A veces creo que de todos modos al final es lo mismo, la gente se va y las letras se quedan-- un poco más. Porque al final, las letras también se van.

¿Y entonces?

Y entonces nada.

Siempre regresamos a esa soledad compartida, a esa discusión imaginaria. Es bueno que pensemos con palabras, y escribamos como si le contáramos a alguien que nos escuchara con atención. Por eso el que escribe nunca está solo, y aprender a pensar es aprender a escuchar a ese, el que habla dentro de la cabeza y quiere escucharse a sí mismo.

Probablemente la soledad sea lo que define la condición humana, lo aislados que estamos dentro de nuestras propias mentes y lo inaccesibles que somos. Después de todo, si no fuera así no habría nada que nos limitara y nos hiciera individuos.
Y si todo lo demás falla, siempre tienes la soledad. Toda la soledad que quieras. Eso no consuela a nadie…

Con todo, la soledad es un refugio y es una ilusión. En realidad eres parte de todo lo demás. Estás tan integrado como cualquier otro montoncito de agua y carbono en el Universo. Sólo que tú tienes la suerte de darte cuenta, de ponerte medio triste un rato y luego escribir algo que al final de pone de buenas.

Estos soliloquios se están tornando incomprensibles. Las letras sirven para unificar ideas, y éste estilo críptico y über-personal no tiene sentido cuando lo saco de mi cabeza, así que mejor lo dejo ahí. El blog sirve para cuentos y ensayos. Una catarsis de vez en cuando está bien, pero esto no es terapia.

Así que ya basta, a escribir cosas chidas.

Friday, December 04, 2009

Lawless.

Despertó y se dio cuenta de inmediato y con sincero horror que seguía siendo él.
Era una sensación que lo acompañaba cada mañana. Ese sinsabor odioso de comenzar otro día. Y otro. Y otro. Y es que en realidad lo único que le resultaba absolutamente insoportable en un mundo de cosas indiferentes era tener que ser él. No había una sola cualidad redimible en su miserablemente ordinaria, desgarradoramente vacía e insufriblemente llana existencia.

Y todos los días la misma rutina de perro amaestrado, vestirse, salir, fingir ser una persona. Porque en el fondo sabía que él era otra cosa, algo por debajo de un humano. Casi una cosa. Algo que está ahí, ocupando espacio y echándose a perder poco a poco, algo que no tiene ninguna importancia. Algo sin propósito. Ni si quiera vale la pena ponerle nombre.

Y un individuo así no sirve para protagonista, así que vamos mejor a hablar de otra persona. Vamos a hablar del vecino de éste imbécil.

Juan es un tipo alto y delgado, usa lentes y es periodista. Es esposo de Delia y vecino de un imbécil que no tiene nombre. Juan ha escrito dos libros y está esperando un bebé. Todos los días se levanta temprano para hacer ejercicio, y luego se baña y pone café para Delia. Ella se levanta a las ocho. Desayunan juntos y luego se despiden, él le da un beso en los labios y otro en el vientre, luego maneja escuchando noticias camino a la oficina. A veces se fuma un cigarrillo.

Juan tampoco sirve para éste cuento.

Así que lo dejamos en paz con su trabajo, su esposa embarazada y su vecino infeliz, porque ninguno de ellos puede protagonizar la historia que quiero contar.
Porque la historia que quiero contar no es de periodistas ni esposas embarazadas ni vecinos en plena crisis de identidad (le voy a dedicar un paréntesis a redimir al imbécil, se llama Adrian y es músico, está pasando por una mala racha porque dejó la heroína—pero a la larga le va a ir bien, Irene lo va a perdonar y tendrá una vida razonablemente feliz hasta que le de cáncer a los 71 años y se muera de volada), ni siquiera es una historia de personas. O tal vez sí, no sé. A lo mejor ni es una historia. ¿Quizá un chiste? ¿Un ensayo?

-A ver, concéntrate, ¿qué carajos quieres escribir?
-Quiero escribir una entrada de mi blog, y el género no me importa. Quiero escribir por el puro pinche placer de saber escribir.
-Así, nomás. Sin explicación.
-Sí. Así nomas.

Dejó el teclado. Leyó lo que había escrito y le gustó, un poquito. Eso le pasaba con frecuencia, escribir algo y perderle el gusto en media hora. Decidió que era mejor publicarlo cuanto antes, no vaya a ser que cambie de opinión.