Hoy pinta bien. Es difícil creer cuando puede cambiar tu vida en una semana. Cuanto pueden cambiar tus planes y tu forma de ver las cosas. En realidad, solo hace falta uno de esos eventos fortuitos e impredecibles para que te caigas de espaldas de la silla y te sobes la nuca preguntándote que diablos está pasando y por que estás tan nervioso: de pronto ya no es tan importante lo que estabas haciendo y toda tu atención está enfocada a con quién estás. Como un niño, te levantas desconcertado y antes de darte cuenta caminas de la mano con alguien que te gusta mucho y eso es todo lo que importa.
A veces es saludable decir exactamente lo que piensas, aun que perezca no tener sentido o la redacción sea mala- del mismo modo que casi siempre las cosas no salen como las imagino o las pongo en el guión, a veces corro con suerte y me encuentro un garbanzo de a libra. Nunca me gustó ese refrán, en primer lugar por que yo no peso en libras sino en kilogramos, y en segundo por un garbanzote tan descomunal solo puede deberse a la radiación, o a algún maleficio y en ambos casos no querría comerlo. Además tardaría toda la vida para cocerse. Y ni me gustan tanto los pinches garbanzos.
En fin. Las cosas cambian y se mueven. Todo cambia y se mueve. Pero tenemos suerte y nos toca estar en el momento preciso en el lugar preciso- a veces. Otras veces tenemos que ir ahí de algún otro lado, corriendo, volando, arrastrándonos o reptando como serpientes que se suben a una piedra por que el Sol está dando de las 11 y eso es maravilloso. Nos salimos de la cueva fuertemente armados de una piedra y un intrépido ingenio, listos para conquistar al mundo con nuestro seso y nuestros bíceps. ¿De qué estás hablando?
La verdad es que no estoy seguro.
Pero estoy muy bien, estoy muy contento y un poco asustado. Afortunadamente también tengo ingenio y una piedra, así que haré mi mejor esfuerzo y a lo mejor no regreso a la cueva solo.
Si, la verdad es que hoy pinta bien.
