Tuesday, September 27, 2011

U never know.

Es inapropiado decir que Mateo estuviera en su mejor memento cuando se terminó la botella de ron llorando en su coche afuera de un congal en la Acapulco. Llovía a cántaros, y él estaba demasiado borracho para darse cuenta de que no estaba llorando por nada en particular, sino por la condición general de su vida.

Buscó sus cigarros. En la cajetilla había un encendedor pero ningún cigarro. Esa fue la gota que derramó el vaso, y Mateo pasó de llorar a maldecir, cada vez a mayor y mayor volumen, hasta que su compacto alemán de segunda mano vibraba con fuerza desmedida. Gritó hasta que le dieron ganas de vomitar, y con los reflejos del borracho experimentado, abrió la puerta y sacó la cabeza.

La mezcla casi enteramente líquida de ron, cerveza y frituras fue lavada del pavimento instantáneamente por la copiosa lluvia, que mantenía a cualquier policía que pudiera estar cerca a buen resguardo y lejos de la catarsis de Mateo.

Pasaron una, dos, tres horas o mil años, y a Mateo le parecían verdades absolutas qué:
a)Siempre había estado borracho desde siempre.
b)Había pasado toda su vida en su auto alemán compacto de segunda mano.
c)Nunca iba a dejar de llover.
d)Afuera del coche no había nada, sólo lluvia y pavimento en todas direcciones y para siempre.

Se sentía tan aislado y lejos del mundo como un astronauta orbitando el lado oscuro de la Luna. De pronto y sólo gracias a uno de esos reveses repentinos de la vida, tuvo una idea. Una idea monumental.

Muchos años después, los niños en la escuela de un planeta lejano, estudian la vida de Mateo como si hubiera sido un santo, y luego, en la universidad, aprenden como funciona un motor warp.