Monday, January 31, 2005

Wasted like a rockstar.

Éste es el primer post de mi nuevo blog. Gracias por los aplausos damas y caballeros, y ahora permitamos que el debralle comience. Ésta es la primera entrega de lo que con suerte será una publicacioncilla casi diaria, y el tema a tratar es la celebración del Cumpleaños de Delia (querida amiga y mujer de mi carnalazo Juan). Ahora, sé que mas de uno de ustedes pensará que de toda la gente que fue a esa fiesta yo soy el menos indicado para dar una reseña, dado que gracias al vodka de 20 pesos que compré con Herdez y demás artilugios que entraron en escena con Wheeler, mi recuerdo es en el mejor de los casos sumamente confuso.

Pero bueno, ahí les va. La peda del cumpleaños de Dalia había sido largamente esperada por la comunidad mai, y no solo por que tendríamos oportunidad de rockear durísimo con la banda del Huilas sino... pues por que somos reborrachos y ahí habrían cantidades precolombinas de licor. Llegué como a las 9 en compañía de Herdez, Miguel y Flasto (cada uno de ellos merece una descripción minuciosa, pero será otra vez) fuertemente armados de vodka karat con tang de sabores tan exóticos como el mango y la jamaica, así como un par de pomos de vino de fresa.

Rápidamente dimos muerte a nuestro alcohol mientras escuchábamos a la banda de apertura, llamados The Bushers. Cuando ellos terminaron, y apareció la esperadísima /pesadísima/ sensual/ épica banda The Clunis, la multitud perdió el control, la euforia que invadió a la gente opacó el gozo de los berlineses cuando tiraron el muro, e hizo parecer a Metallica y Iron Maiden aficionados sin talento. Bueno, tal vez no tanto, pero el hecho es que tocaron MUCHO mejor que en la peda esa en casa de quiensabequien, que fue por la Calzada del Pacífico.

Si bien el toquín y el licor fueron óptimos, no puedo decir que la peda haya sido perfecta a nivel personal. La chica que me gusta llegó a la fiesta con otro güey, y a mi no me hizo ni tantito caso. Pero bueno, supongo que ese tipo de cosa pasa con cierta frecuencia, y al menos eso dio lugar a palabras reconfortantes de gente querida. Conforme el rock avanzaba, también lo hacía el nivel de alcohol en la sangre se los presentes, tanto que para la última rola yo no sabía si estaba en un concierto o en un funeral o en clase de mate con Tar Ortiz.

Cuando la fiesta terminó, fui por los reglamentarios pambazos de Metepec (ahh delicia de los dioses) y terminé durmiendo (o quizá perdiendo el sentido) en casa de Brian, quien amablemente nos hospedó a Mike y a mi. Como a las 8 de la mañana, regresé al mundo de los vivos y emprendí el camino a casa y la búsqueda de un desayuno picoso... ¿de quien será la cámara en mi auto?