Tuesday, January 31, 2012

Ferment.

A veces pienso que si te escribiera una carta, tendría que comenzar por presentarme.

Hace un par de días cumplí siete años con éste blog. Siete años es mucho tiempo. Si fuera un niño ya iría a la primaria. Con el tiempo he visto poco a poco a mi blog pasar se moda. Nunca cambié su estilo y creo que eso está bien, me gusta que se vaya haciendo poco a poco anacrónico, como un taller de máquinas de escribir que toma pedidos por correo electrónico.

En fin, creo que toca un post. Hace mucho que no escribo uno y estoy oxidado. He escrito poco sobre mi vida porque en realidad no hay nada que contar. Estoy aburrido. Mi vida es monótona. Supongo que se llega a una edad en la que todos los años se hacen más o menos iguales, pero la verdad es que me habría gustado hacer más cosas antes de que eso pasara.

La gente cambia. Ahora tengo que hacer un esfuerzo consiente por permanecer optimista. Mi creatividad está en un bajo histórico que se ha vuelto la norma. No creo volver a escribir a la tasa a la que lo hacía antes. Sigo pensando, pero cada vez decido más a menudo que no tengo nada interesante que decir.

Siempre comparo escribir con un vicio y es que es algo a lo nunca se puede renunciar del todo. Por eso mi blog sigue con vida, aun si publico a cuentagotas. Comencé a escribir muy de buenas, y ahora estoy más bien de malas. Me siento un poco mal, creo que me va a dar gripa. Debe ser eso.

Hoy saqué unos archivos viejos de otra computadora. Es interesante hacer de vez en cuando un poco de arqueología personal. Tengo dos cajas de triques que no he abierto desde que me mudé-- estoy dejando que sus recuerdos se añejen para reírme el día que las abra.

Entre los archivos que saqué, habían muchos textos que escribí en 2009 y 2010. Nunca los publiqué aquí por que fue en esos meses que dejé de escribir de manera regular. Los leí y algunos son razonablemente buenos, pero no como para publicarse. Recuerdo algunos cuentos que me gustaron mucho cuando los hice pero ahora me daría un poco de pena que alguien los leyera.

Siempre he escrito fundamentalmente para mi propio entretenimiento y aun ahora me debato sobre si de veras voy a poner ésto en mi blog. Yo creo que sí. Es descortés dejar pasar los aniversarios completamente desapercibidos y le debo por lo menos eso a mi paciente blog, que tantas veces me ha escuchado amablemente.

El punto es que la gente cambia.

Encontré un texto que escribí como si fuera una noticia de un país, donde el país soy yo y narra en tono periodístico como una fracción de la cámara (que apoya la noción de que el país debe enamorarse de una chica) toma el poder y termina por dar un golpe de estado, me enamoro sin cuartel y al final se establece una dictadura que arruina al país. Es ingenioso, no me apena decirlo.

Y creo que es justamente a esa chica a la que le debo por lo menos una disculpa. Supongo que tarde o temprano se darán las cosas para que eso pase. Eso espero.

Leyendo esos textos (que ni son tan viejos, claro- me imagino cuando los lea a los setenta) pensé que pese a que he cambiado, sigo siendo yo. Sólo una versión un poco más amarga de mí. O al menos así me siento ahora, que definitivamente me está dando catarro. La gente cambia con los años y también de un día para otro.
Sigo siendo yo, así que a lo mejor no hace falta que me presente si un día te escribo una carta o si nos topamos en un café. No me considero una persona particularmente memorable, pero confío en ser lo bastante excéntrico como para ser al menos vagamente recordado.

Hay un cuento que me gustaría seguir escribiendo. Dos, en realidad. Uno es la historia de un vampiro que está harto. Ese cuento lo comencé en una época en la que yo estaba muy harto. El otro, no tengo tan claro de qué se trata, pero la protagonista me cae muy bien. Tal vez incluso los ponga en mi blog si me gustan lo suficiente (y si los logro postear antes de cambiar de opinión).

Otro post que se alarga sin ir a ningún lado.

Y está bien.

Es un mal hábito, el escribir pensando que le estoy hablando a alguien. Porque, claro, el lector no sabe a quién le estoy hablando, sobre todo cuando cambio de interlocutor imaginario de un párrafo a otro. Es natural que se sienta alienado y se pregunte '¿A quién va eso? ¿a su novia, a su exnovia o alguien más? ¿o a mí, que ni lo conozco?'

Pues va fundamentalmente a ti, que ni me conoces.

A lo mejor es la primera vez que te topas con mi blog y te preguntas '¿quién es éste?'. Pues resulta que, con el tiempo, éste blog se ha convertido en algo así como mi biografía. Como las muestras de hielo que sacan del polo norte y ahí ven en las capas como ha ido cambiando el clima. Sí yo un día fuera un escritor famoso o presidente o me tomaran una foto comprometedora con alguna celebridad, es aquí a donde vendrías a darte una idea de quien soy.

Eso me aterra.