Fuck it.
(Ahora) Me cagan los aniversarios.
Me caga esa pinche idea de querer encontrarle un puto sentido a las cosas contando el tiempo que nos separa de ellas. No me interesa el pasado. La neta es que el futuro tampoco pinta mucho mejor, así que no tiene caso celebrar que hace doscientos años algún pendejo quisiera algo: todo el tiempo hay pendejos queriendo cosas. Eso es lo que hace girar al mundo.
A lo mejor nomás es envida por saber que dentro de cien años nadie se va a acordar de mi, que nunca voy a hacer nada que valga la pena conservar y que al final voy a desaparecer en el olvido. Se supone que consuele pensar que no hace ninguna diferencia. :)
Pensaba que el aceptar de corazón el que no soy nada me iba a hacer libre. Sólo me ha hecho miserable.
El hombre es naturalemente soberbio. Nos gusta imaginarnos en los libros de historia o conmoviendo a alguien en el futuro distante y desde la tumba, como Salinger. Pero no todos somos Salinger.
Me siento agrio. Me siento estúpido.
Hay días en que el mundo me parece una estupidez insufrible, una pinche cantaleta monótona que sigue y sigue. Leo las pendejadas que escribía en unas libretas viejas y no me reconozco. Como si las hubiera escrito otro, uno que me parece insoportable e infantil. ¿Quién es ese pendejo? Tienen un fervor maniaco por un chingo de cosas que ahora me cagan. Están llenas de referencias sobre lo hermoso y maravilloso que es todo. No tiene nada de fascinante que haya tantas estrellas ni que las flores sean pinches flores. El mundo nomás es como es y ya.
Ojalá en 2012 de veras de vaya al carajo todo. Ojalá este pinche mundo se queme.
En fin, el punto es que ese síndrome del wey ese de American Beauty que le encantaba ver la pinche bolsa esa en el viento ya se me quitó. Es una puta bolsa y el aire la mueve. Eso es todo.
Igual, el verano se convierte en otoño y no tiene nada de mágico que se caigan las hojas o madres así, no le veo nada de poético a la fragilidad de la vida ni a todas las páginas de mierda que escribí cuando era ese pendejo.
Por eso me da hueva escribir. La neta no tiene caso dejar evidencia de mi pendejez. Es mejor pasar inadvertido y ahorrarle a los demás la monserga.
Y aun así a veces me dan ganas. Es cagado ¿no? Que te den ganas de hacer algo que no sabes hacer. Es como cuando un chamaco agarra una raqueta. No juega tennis, juega a que juega tennis. Igual yo escribo de que escribo pero en realidad no escribo ni madres-- sé que no tengo el cerebro ni la creatividad ni el talento para escribir mejor que un pinche chango, pero ahí voy otra vez.
No mames ¿qué chingados me pasó?
Me pregunto si el wey que escribió en las libretas me reconoce a mi.