Nite ya'll
Decir que tuve un reencuentro con el
insomnio es incorrecto. Lo que tuvimos-- lo que tenemos, el insomnio
y yo, es más bien un affair.
Como señalé antes, soy un hombre con
preocupaciones y responsabilidades y problemas y frustraciones. Como
todo mundo. Éstos últimos meses han sido particularmente difíciles
por muchas razones. Laborales y personales. Errores viejos cometidos
de nuevo, errores nuevos cometidos por primera vez. En fin, los
tropiezos secuenciales con los que uno va tratando de avanzar por
éste huerto de espinas. Y ahí vamos, dando tumbos en la oscuridad.
Y en la oscuridad de mi cuarto, ahí,
cobijado y boca arriba, con los ojos bien abiertos miro a nada y me
preocupo. Me levanto, me distraigo un rato. Y luego regreso a mi cama
a seguir preocupándome. Una noche dormí mal, con un sueño ligero y
asustadizo, interrumpido por el dolor de muelas por apretar la
mandíbula o dolor de manos por apretar los puños, o dolor de
espíritu por apretar el corazón.
Otra noche dormí peor, a intervalos
breves y fugaces de sueño tormentoso y estéril.
Y una noche pasó por fin: no dormí.
No dormí ni un instante entre mis
pensamientos, nunca logré desvanecerme en un ronquido. Tampoco dormí
la noche siguiente. La siguiente dormí mal y poco.
Y así una semana y otra.
Comencé a preocuparme. O más bien,
comencé a preocuparme, además, por eso. Vodka. Ayudó algunas
veces. Pero no se puede beber todos los días, hay una palabra para
eso. No, nada de vodka. Traté de conseguir pastillas para dormir,
pero las buenas, las que garantizan un knock-out de ocho horas no te
las venden sin haber pasado antes por un médico que te las recete.
¿Quién tiene tiempo para eso?
Una de esas noches, escribí. Trate de
hacer una lista de todo lo que me preocupa y de todo lo que está mal
en mi vida. Terminé haciendo una hoja de cálculo. Cuando hube
dormido bien y releí eso, lo encontré odioso, estaba escrito con
una ira y un desprecio que no son míos en condiciones normales. Pero
más a allá de la forma y algunas exageraciones inducidas por el
cambio de perspectiva que impone el no dormir, había verdad en esas
hojas de cálculo. No sólo eso-- había un plan de acción que, como
todo lo que escriben los dementes, es sorprendentemente razonable.
Descubrí por suerte que hay algo que
puedo hacer para dormir sin estar medio borracho: puedo estar
exhausto. Puedo correr y hacer lagartijas y abdominales hasta que
simplemente no pueda seguir despierto.
Eso es. Ese es mi cuadrangular. Esa va
a ser mi terapia.
Así que decidí reemplazar mi carrera
matutina por un régimen de ejercicio un poco más en serio. Me
inscribí a un gimnasio y todo. Si estoy ahí a las seis de la
mañana, tengo un poco más de dos horas para cansarme como dios
manda. El primer día fue fácil llegar a tiempo y no tuve que poner
el despertador.
A las cinco treinta no sólo estaba
despierto; seguía despierto.
No dormí tan mal. Luego un poco mejor.
Y un día dormí cuatro horas seguidas y me sentía como un niño.
Luego dormí siete. Luego dormí bien.
Sin embargo, yo sé como son los
affairs. El insomnio me sigue visitando a veces y pasamos la noche
juntos.