Friday, March 04, 2016

Nite ya'll

Decir que tuve un reencuentro con el insomnio es incorrecto. Lo que tuvimos-- lo que tenemos, el insomnio y yo, es más bien un affair.

Como señalé antes, soy un hombre con preocupaciones y responsabilidades y problemas y frustraciones. Como todo mundo. Éstos últimos meses han sido particularmente difíciles por muchas razones. Laborales y personales. Errores viejos cometidos de nuevo, errores nuevos cometidos por primera vez. En fin, los tropiezos secuenciales con los que uno va tratando de avanzar por éste huerto de espinas. Y ahí vamos, dando tumbos en la oscuridad.

Y en la oscuridad de mi cuarto, ahí, cobijado y boca arriba, con los ojos bien abiertos miro a nada y me preocupo. Me levanto, me distraigo un rato. Y luego regreso a mi cama a seguir preocupándome. Una noche dormí mal, con un sueño ligero y asustadizo, interrumpido por el dolor de muelas por apretar la mandíbula o dolor de manos por apretar los puños, o dolor de espíritu por apretar el corazón.

Otra noche dormí peor, a intervalos breves y fugaces de sueño tormentoso y estéril.

Y una noche pasó por fin: no dormí.

No dormí ni un instante entre mis pensamientos, nunca logré desvanecerme en un ronquido. Tampoco dormí la noche siguiente. La siguiente dormí mal y poco.

Y así una semana y otra.

Comencé a preocuparme. O más bien, comencé a preocuparme, además, por eso. Vodka. Ayudó algunas veces. Pero no se puede beber todos los días, hay una palabra para eso. No, nada de vodka. Traté de conseguir pastillas para dormir, pero las buenas, las que garantizan un knock-out de ocho horas no te las venden sin haber pasado antes por un médico que te las recete. ¿Quién tiene tiempo para eso?

Una de esas noches, escribí. Trate de hacer una lista de todo lo que me preocupa y de todo lo que está mal en mi vida. Terminé haciendo una hoja de cálculo. Cuando hube dormido bien y releí eso, lo encontré odioso, estaba escrito con una ira y un desprecio que no son míos en condiciones normales. Pero más a allá de la forma y algunas exageraciones inducidas por el cambio de perspectiva que impone el no dormir, había verdad en esas hojas de cálculo. No sólo eso-- había un plan de acción que, como todo lo que escriben los dementes, es sorprendentemente razonable.

Descubrí por suerte que hay algo que puedo hacer para dormir sin estar medio borracho: puedo estar exhausto. Puedo correr y hacer lagartijas y abdominales hasta que simplemente no pueda seguir despierto.

Eso es. Ese es mi cuadrangular. Esa va a ser mi terapia.

Así que decidí reemplazar mi carrera matutina por un régimen de ejercicio un poco más en serio. Me inscribí a un gimnasio y todo. Si estoy ahí a las seis de la mañana, tengo un poco más de dos horas para cansarme como dios manda. El primer día fue fácil llegar a tiempo y no tuve que poner el despertador.

A las cinco treinta no sólo estaba despierto; seguía despierto.

No dormí tan mal. Luego un poco mejor. Y un día dormí cuatro horas seguidas y me sentía como un niño. Luego dormí siete. Luego dormí bien. 

Sin embargo, yo sé como son los affairs. El insomnio me sigue visitando a veces y pasamos la noche juntos.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home