Whats the drillio?
Cuando cerré el estuche me dí cuenta
(no sin cierto sobresalto) de que sentía un poquito de envidia.
Era, desde luego, una idea bastante
tonta. Pero la verdad es que una envidia vaga rápidamente se
convirtió en un pensamiento articulado, y luego tomó forma en
palabras.
Le tengo envida a mi taladro. Mi
taladro pasa la mayor parte del tiempo en un estuche de plástico
gris, con dos seguros de metal cromado. Por dentro, el estuche está
forrado de espuma negra con la forma precisa para alojarlo
cómodamente, junto con su cable y otro estuche más chiquito donde
viven las brocas. Es, en cierta forma, muy similar a un ataúd. Como
un vampiro, él duerme ahí. Sólo que no está exactamente dormido:
está muerto. Sólo está vivo cuando está conectado a la
corriente-- es más, sólo cuando el gatillo cierra el circuito que
activa el motor y la broca gira. Cuando suelto el gatillo, se muere
otra vez.
Entonces, la experiencia del taladro es
sólo una: todos sus recuerdos se funden en una única perforación
que cambia de dirección y diámetro instantáneamente. No recuerda
el tiempo que está en el estuche; para él esos intervalos de muerte
no existen. Sólo existe la dicha tranquila y austera de cumplir con
su cometido.
Yo, en cambio, no tengo un estuche gris
con seguros cromados lleno de espuma negra con un hueco en forma
humana donde almacenarme en los periodos de tiempo que separan un
evento donde cumplo mi propósito del siguiente.
Pero, ¿cuál es mi propósito? Eso es
muy claro, obvio incluso, para el afortunado taladro. No hay
ambigüedad en su diseño: está hecho para hacer agujeros. Para
meter tornillos, y (en su más exótica tarea) para mezclar pintura
cuando en lugar de broca le ponen esa pieza que es parecida a una
batidora de cocina. Y, ¿el mío? ¿a mí para qué me diseñaron?
La respuesta, claro, es que a mí no me
diseñaron.
El taladro (ese suertudo) fue creado
por un ser pensante que le dio un objetivo y lo diseñó para
cumplirlo. Sin estuche, yo paso interminables horas despierto
tratando de descubrir/elegir mi propósito. A lo mejor mi propósito
es diseñar un mejor taladro.
Debo admitir, pese a todo, que ser
tanto más libre que un taladro tiene sin duda sus ventajas. Puedo,
por ejemplo, escribir sobre estuches y muertes temporales.