Give me a blog job

Cuando yo tenía doce años, el mundo era un lugar distinto. Y no solo por que fuera el ahora lejano 1996. El mundo aun estaba de luto por Kurt Cobain y apenas comenzaba a olvidar al Muro de Berlín. La Unión Soviética ya se llamaba Rusia de nuevo y Lady Di aun le daba vuelo a la hilacha. Los Juegos Olímpicos en Atlanta nos enseñaron a todos que el Judo es cosa de hombrecitos y declarar lo contrario en presencia de Kenzo Nakamura habría sido muy estúpido.

En 1996 todo mundo estaba feliz por que Bush ya no era presidente y ya no habría mas guerra en Medio Oriente. Juan Pablo v2.0 ya era papa y ya era viejo. Hacía pocos meses que el atentado de Oklahoma nos enseñó que Estados Unidos no era tan invulnerable como parecía, y en invierno fue el bombazo en el estacionamiento del World Trade Center. ¿Pero como le iba a pasar algo a las Torres Gemelas? Imposible.

Bebeto era LA estrella del balompié y Xuxa estaba en boca de todos. O al menos eso es lo que toda una generación quería creer, y esa idea iluminó el camino a las ideas cochambrosas de miles de chamacos jariosos así como de más de un padre que pasaba ‘tiempo de calidad’ con su crío viéndole las piernas a la conductora del programa lúdico.

El año 2000 estaba a meros cuatro años de llegar, y las profecías de Nostradamus acechaban los sueños de los crédulos, mientras que los pseudo-intelectuales temían al virus del milenio, el tan esperado, anticipado y jamás llegado Error 2K. La internet ya era cosa seria, y mucha gente se hizo rica vendiendo chácharas en ella. El precámbrico de los Webcomics, los Webrigns, Fanlists, Fanfics y demás comunidades en línea.

Los que disfrutan de las maquinitas, ya están pensando en King Of Fighters 1996. No era tan bueno. El Supernes ya habitaba miles de hogares. En 1996 yo estaba en sexto de primaria. Ya conocía a Hugo y a Stef y a Marta . También conocía a mucha mas gente, pero no me acuerdo de ellos.

Herdez, Flasto, Wero, Juan y los Mais aún no existían para mi ni yo para ellos. El clima aun no estaba tan desmadrado como ahora y faltaban años para que yo aprendiera a jugar D&D, a manejar, a preparar una cuba, a comprar condones, a tomar el metro, a disfrutar una chela, a tomar café como se debe, a escribir un blog, a sobornar a un policía, a llenar formas oficiales, a estresarme como loco en la universidad.

Es difícil creer que yo aún soy esa persona. Al menos en parte.