Tuesday, March 08, 2011

Got a lighter?

Igual que hay gente que-- pese a esfuerzos heroicos, no consigue dejar de fumar, yo no pude dejar de escribir. Otra vez enrollo un documento de texto y me dispongo a darle la primer (profunda, satisfactoria) fumada a mi porro de letras.

Resulta que han pasado un montón de cosas de las que escribir me parecía importantísimo, urgente incluso. Sin embargo, y por razones elusivas, herméticas y tontas siempre terminaba por decidir que no iba a hacerlo, que había dejado la cajetilla de lado y ésta vez para siempre.

Y aquí estamos otra vez.

Una estricta dieta mental autoimpuesta me alejó del blog, los libros y las disertaciones privadas en la carrera matutina. A esa también renuncié, pero con miras a retomarla; como todos los buenos vicios es algo que nunca deja de extrañarse del todo.

Ahora tengo una prisa ansiosa por descargar ideas en tropel, desde la crisis de medio oriente hasta la última misión del Discovery, pero igual que con el primer kilómetro luego de una larga abstinencia atlética, necesito contenerme e ir despacio, no vaya a ser que esguince algún dedo y pase otro mes sin escribir.

Así que lo que sigue son unos cuentos de fantasmas. Me encantan los cuentos de fantasmas. Resulta que últimamente he leído (casi a escondidas, arruinando la dieta restrictiva para enflacar mi cerebro) un sesudo volumen de Ladislas Farago sobre espionaje. Éste All-bran literario, una austera y monumental narración sobre espionaje durante La Guerra, ha sido mi compañero durante mucho tiempo. Siempre lo atacaba para dejarlo de lado rápidamente. Llevo años leyéndolo. Y no dos ni tres. La primera vez que lo agarré debe haber sido hace diez al menos. Creo que me tomará toda la vida leerlo. Y eso está bien. Me gusta pensar que soy Dalí con la Crítica a la Razón Pura.

El punto es que una vez más lo dejé en librero para comerme algo un poco más sabroso. Una compilación de cuentos de Hoffmann. Tengo que apurarme con ese, porque Kata me prestó El Barón Rampante y voy a devorarlo.

Y si vuelvo a leer (de manera compulsiva) entonces toca volver a pensar (de manera compulsiva) y por lo tanto no queda más que escribir. De manera compulsiva.

Divago: cuentos de fantasmas.

Los cuentos de fantasmas me interesan porque encuentro fascinarte la idea de convivir con una entidad sin forma física, con algún tipo de ser misterioso y ajeno cuya presencia es sólo vagamente perceptible. Me gusta la idea de un compañero secreto e invisible cuya influencia jamás sea del todo comprobable-- aun su existencia a penas se sospecha y pese a todo, se le sabe real con toda certeza.

Así que hoy escribo un cuento sobre un fulano que construye un gigantesco instrumento de cuerdas para comunicarse con un espectro indescrito y no me importa si termina por ser una tontería. He llegado a la conclusión de que también está bien escribir tonterías.

A lo mejor entender eso hace que no sean tonterías. Ya veremos.

1 Comments:

At March 9, 2011 at 9:05 AM, Blogger Thrillerlife said...

Fantasmas del pasado, huellas, energías, silencios, ruidos.
Está para sobreexplotar.
Buen blog

 

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