Thursday, August 05, 2010

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Muere ladrón de sombreros por infarto frente al altar de catedral.




De veras. Ayer en la noche, un hombre de 62 años robó un sombrero de una tienda del centro y se dio la fuga. Como no todos los ladrones son Lupin III, fue perseguido por un empleado de la tienda. Durante la carrera, decide ocultarse en catedral y es ahí donde su corazón falla: muere antes de que la ambulancia llegue.

Desconozco el destino del sombrero.

Probablemente la combinación de un esfuerzo físico inusual y la presión que supone al espíritu robarse un sombrero y ser sorprendido fue demasiado para un corazón presuntamente debilitado en principio-- no es difícil imaginar la escena actuada por Joaquin Pardavé, como un hombre derrotado por el melodrama que en rictus de la época dorada del cine nacional, se desploma frente a la virgen de Guadalupe y deja salir (con su último aliento) alguna frase que llena los ojos de mi abuela con lágrimas genuinas, pero el drama me pasa inadvertido o inaccesible en virtud de la descontextualizacion que se yergue ente la cinta y yo.

En todo caso, no quiero tomar a la ligera el asunto; una persona murió. Y no sólo eso-- también hay un sombrero desaparecido.

Ahora, es el tipo de cosa de la que uno se entera inevitablemente de segunda y tercera mano, alguien te lo cuenta y lo cuentas tú un poquito diferente, de tal suerte que se obtiene alguna moreleja o termina por perderse en el tiempo, o la historia se convierte en otra por completo. A veces un evento real se reporta hasta reducirse a fábula o se le interpreta así: 'La casa de dios no es lugar para que se escondan los ladrones y el señor no lo tolera'. Igualmente ridículo es: 'La virgencita le ayudó a esconderse en un lugar donde nunca lo van a agarrar.'.

La segunda interpretación va más acorde con nuestra tendencia cultural a ponerse del lado del delincuente sin alternativa, con un corazón de santo pero empujado por terribles circunstancias a robar sombreros (fig. a.0). Además, '...donde nunca lo van a agarrar.' supone que sus captores no irán al mismo lugar cuando mueran, así que o la virgen mandó al ladrón al infierno o perseguirlo implicó la condenación para el empleado de la tienda.

En fin, todo mundo se muere de algo. El sombrero panamá es muy lindo, no digo que no. Pero yo soy más bien un hombre de fedora.


Figura a.0

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