Wednesday, March 03, 2010

Op1.

Muy bien. Hoy toca un blog de opinión. Es más, toca que sea de un tema controversial.

Así que voy a ha hablar acerca de la legislación que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. En realidad yo no le veo ninguna controversia a ello, creo que si dos personas se aman tienen derecho a estar juntas bajo el formato que prefieran. Si acaso, lo que me parece escandaloso de todo ese asunto es lo vergonzosamente retrógrada que hace parecer a nuestra sociedad, y lo incapaces que somos de separar nuestras posiciones personales de nuestras opiniones políticas.

Ésto es, una reforma tan insignificante nos preocupa muchísimo mientras nuestra constitución padece de serias fallas en puntos de relevancia inmediata para todos-- y los medios se desviven por averiguar quién dijo qué respecto a que los homosexuales puedan ser legalmente una pareja. Ahora, la verdad es que si no eres homosexual o si no quieres casarte todo eso es el final más o menos lo mismo. ¿Por qué es problema mio que Chucho y Juan san legalmente marido y marido?

Ah, claro, la santidad del matrimonio. Y desde luego, un sacerdote en la tale dice que es una aberración, y que pone en manifiesto la alianza implícita que los gobiernos laicos tienen con el demonio, una triste consecuencia de la perversión colectiva que la democracia nos trajo con las leyes de Reforma o alguna cosa igual de incendiaria; ad hominem en serie y de pronto ya nadie está hablando de la constitucionalidad de un carajo, sino de lo buenos y malos que son unos y otros.

Y es que el antagonismo polariza.

Ahora, el meollo de todo esto es, yo sospecho (con mi cerebro de pato), que nuestra noción del significado del matrimonio está planteada -en el mejor de los casos- es un sistema que no es muy compatible con el mundo actual.

Todo proviene de la separación del clero y el estado. En nuestro país, la boda civil y la boda religiosa son eventos separados porque, en teoría al menos, el estado está separado de la iglesia. Claro, hay miembros del clero con influencia política, así como hay miembros de cualquier otra organización o empresa con influencia política. Eso no se puede evitar. Lo que sí se puede evitar es que esa influencia se convierta en un poder legislativo.

En fin, que los homosexuales se casen si quieren, por los beneficios fiscales o la reivindicación social o el logro o lo que sea que busquen, el matrimonio me parece una cosa poco esencial en todos los casos, sin importar que sea entre homosexuales o no.

No creo que el estado tenga por qué meter las narices en lo que no le importa, y la elección de pareja es algo tan personal y privado como la elección de religión, y no quiero vivir en un país donde el gobierno pueda interferir en ninguna de las dos.

Lo que me escandaliza no son las bodas gay. Me escandaliza que nuestro gobierno sea tan metiche, que los intereses partidistas estén por encima del respeto a los derechos civiles y que todavía le pregunten al obispo qué opina sobre el trabajo de los legisladores.

Ahora, esté es mi consejo para la gente que se ama: no necesitas casarte. Ya lo dijo John Lennon y tenía razón-- All you need is love.

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