Thursday, February 11, 2010

:P

Semana del cuentín, cuarta entrega. Cuento del jueves. Éste apenas es un cuento.

¡TOC! Hizo la flecha al clavarse en su escudo de madera. Los tambores distantes resonaban en sus tímpanos, y era lo único que escuchaba sobre los miles de gritos-- de ira, de dolor, el grito colectivo de la guerra, el grito- no, el aullido de espadas y huesos astillados. Ragnar tenía el corazón en llamas, un frenesí rojo y brillante no dejaba ningún rincón donde pudiera refugiarse un sólo gramo de miedo. La druida tenía razón, Ingrid tenía razón.

Era un berserker.

Como una tormenta, como una plaga, cómo el mismísimo demonio avanzaba entre las filas enemigas, dejando tras de sí una estela de muerte y destrucción. Blande su hacha y decapita a uno, y con la mirada atraviesa el corazón súbitamente helado de otro, perfectamente al tanto de que le espera el mismo tratamiento un instante más tarde. No lleva la cuenta. Sus largas trenzas rubias llenas de hojas y plumas están tintas de sangre, y como pinceles embrujados por súbitos movimientos dibujan una historia épica en su espalda, en sus hombros, en su cara barbada.

El sonido de la lluvia lo despertó.

Se levanta temblando y piensa en las vacas. Quizá sea un gran guerrero un día, pero por lo pronto Ragnar tiene once años y tres vacas que ordeñar.

1 Comments:

At February 15, 2010 at 10:59 AM, Anonymous Ñ said...

Det finns någon magik om vikingatiden, det var en tid när man kunde leva i den fantastik värld av hedendom med alla fördelar av nymodighet. Så synd, det slutet med utveckling av kristendom...

 

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