Tuesday, February 09, 2010

:O

Semana del cuentín, segunda entrega. Cuento del martes. Éste es extraño.


-Ya es hora. Tenemos que irnos.

Todo mundo decía eso, y sabía que tenían razón, pero le encantaría que no fuera así. Estaba exhausto, y esa laguna era muy agradable. Era la primera vez que hacía el viaje, y no tenía idea de que se podía volar tanto sin salirse del mundo. En verdad, ser un pato estaba resultando más interesante de lo que había pensado en un principio.

Sus primeros meses de vida transcurrieron sin mucha excitación más allá de los placeres simples que conmueven tanto a los jóvenes-- descubrir que tenía un pico amarillo y alas. Que podía nadar y, un día, volar.

Fue por aquel entonces que tuvo la Gran Revelación, como la llamaba en privado. Era un pato. Pero no se supone que los patos sepan que son patos. Algo había pasado, algo diferente, único, extraordinario y que pasaría forzosamente inadvertido: él era un pato y lo sabía.

Sospechaba (con su cerebro de pato) que aquello debía ser una anomalía. Que antes había sido otra cosa, que por algún dichoso error cósmico había conservado un poco de aquello. ¿Cómo iba un pato a tener idea de ese tipo de cosa? Nadie sabía darle explicación, así que con el tiempo dejó de preguntar.

Decidió aceptar su destino, vivir maravillado por su condición de pato, por la belleza irascible del cielo y las nubes, el sonido del viento, la compañía. La indescriptible paz de espíritu de saber qué debes hacer; él no sabía ni podría imaginar el concepto, pero aquella existencia zen de tranquila y abnegada diligencia lo hacía infinitamente feliz.

Y ahora encontraba fuerzas para despegar de nuevo. Era su misión y el sentido de todas las cosas volar al Sur, sin preguntar por qué.

No le interesaba recordar qué cosa había sido antes. De ningún modo pudo ser mejor que ser un pato.

1 Comments:

At February 9, 2010 at 1:45 PM, Blogger Regina Weinbach said...

Me gustó mucho... yo también quiero ser un pato!! aunque sin tener que saber que lo soy... porque si no también estaría consciente de la muerte, el dolor y la pérdida...no creo que el del cuento tardara en querer descubrir algo más..

 

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