Sunday, June 26, 2005

Better man.

Hay algunas cosas que aun disfruto como si tuviera seis años. Los parques de diversiones son una de ellas.

Otra semana interesante. El jueves fui a la bella y conflictiva Ciudad de México, pues el Wero tuvo la feliz idea de ir a Six Flags. En la mañana, pase por super Flasto a la escuela y fuimos a casa de Brian. Luego recogimos a George y partimos.. La carretera de verdad me gusta. Creo que el bosque se ve mucho mejor los días nublados. Llegamos a la capital y obviamente nos perdimos. Tras batallar un rato, encontramos el parque.

Con gusto aceptamos el descuento que una promoción de coca cola nos ofrecía y entramos al parque. Cual chamacos, corrimos a la montaña rusa mas alta. Llamada Super Man; el Último Escape. Pero nada de mofles. Creo que la parte que mas me gusta de ese tipo de juegos es la primer subida. Y ésta es escandalosamente larga. Subes y subes y toda la diversión proviene de lo que estás sintiendo; ideas encontradas. Quieres que suba más para que la bajada sea mas intensa pero también estás asustado. Como en un libro, la tensión crece hasta ser insoportable, y entonces llega la catarsis liberadora. Todo el estrés del último minuto (que te ha parecido eterno) se convierte en una dosis abrumadora de adrenalina y dopamina, el éxtasis de las manos levantadas al viento, los pulmones a todo volumen, el suelo que se aproxima vertiginosamente, a la vez que uno contempla la ciudad y el resto del parque allá abajo. El resto del recorrido es solo para disminuir paulatinamente el frenesí, para uno no se baje gritando y saltando. Cosa que, por cierto, hice de todos modos.

Luego, ya camino a casa nos detuvimos en un lugar llamado Kiss Lounge. Es un bar en La Marquesa. Un bar.. ¡de KISS! AWWWWWWW. La cosa mas merol del mundo. Es un verdadero templo, repleto de toda la parafernalia imaginable de la diabólica banda. La guitarra de juguete que salió en 1975, en su empaque original. La chamarra autografiada del tour en Australia, extrañísima por tener al baterista alterno. La guitarra que rompieron en tal película y en el anuncio del disco tal, las primeras ediciones japonesas de ese disco. Baquetas, pelucas. You name it. Para un fanático, debe ser casi como estar en el cielo. Cuando llegamos, nos pareció un bar normal. Luego Brian fue a buscar el baño. Jamás lo encontró, pero se topó con todo tipo de cosas interesantes, incluyendo al dueño del bar, que amablemente nos mostró todo el lugar.
EL viernes fue la fiesta de Robert. ¿Cuál Robert? Pues Robert el alemán. Tomamos cervezas, quizá algunas de más. Pero todo en orden, cuado me estaba comiendo el último taco de Carranza, ya estaba casi conciente. Finalmente, ayer fui a una fiesta cerca de Valle de Bravo y Flasto demostró que es capaz de comer su peso en frijoles charros. Mañana será otro día interesante, ya luego escribiré al respecto.

1 Comments:

At June 26, 2005 at 7:56 PM, Anonymous Anonymous said...

Pinches frijoles, son una verdadera obra maestra de los legúminos fabáceos. Y si, no se encuentran en ningún museo, pues dicen que son muy pedorros.

 

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