Tuesday, May 24, 2005

Tickling Competition.

Cuando uno hace la cabeza hacia atrás, el cristal queda unos cuantos centímetros de la nariz. Y es una posición interesante por varios motivos. En primer lugar, resulta bastante cómodo. Más importante aún, esa postura inusual concede una vista extraordinaria, y con ella la oportunidad de pensar, y pensar de verdad es maravillarse.

La luz del alumbrado público vista desde abajo, los cables que pasan veloces ante mis ojos. Una recta larga y mi visión de adapta de pronto a la relativa oscuridad. Veo la Luna, y al dilatarse mis pupilas, aparece una estrella. Qué delgada me parece ahora la atmósfera. Esos jirones de nube están prácticamente al alcance de la mano en comparación a la distancia que me separa de aquella estrella anónima.

Tan lejos. No comprendemos a detalle como funcionan las estrellas, pero el tener una noción, si bien teórica, ya es notable. Me maravilla tener una noción del funcionamiento de las estrellas. Miro directamente hacía arriba, intento recordar los mapas celestes preguntándome de qué estrella se trata. Flasto pasa un tope y el brusco movimiento del coche me hace salir de mi ensueño.

Bajo la mirada y ya no estoy en las inmediaciones de una fusión nuclear gigante y distantísima. Me encuentro de nuevo en el lado derecho del asiento trasero de un auto que circula por una avenida de mi ciudad, escuchando un disco de Cerati con Flasto y Juan.

Qué rápido cambio de contexto.

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