Thursday, May 05, 2005

Boa boa boa.

Se han terminado las clases del semestre. Lo cual es glorioso. Sin embargo, aun faltan los exámenes finales, así que no es una gloria abrumadora. Es tradición en mi universidad, hacer una fiesta el último día de clases. El campus se llena de música, los más jóvenes pueden mojarse como locos en las fuentes, se nos regala comida y hay otros eventos. Entre ellos, el clásico stand de fuercitas, en el cual por cierto Paco resultó victorioso, venciendo a lo que parecía ser un troll.

Después de una hamburguesa y unas coca colas, fuimos en busca de una cerveza. Primero en un barecillo (o mas bien, cantinucha) conocido como La Barrica. Flasto tuvo la feliz ocurrencia de llevar la libreta de lo guiones para llevar una ‘Bitácora de la Peda’ donde cada cinco o diez minutos, cualquiera de los presentes escribía algo, ya fuera lo que estaba pasando o lo que tenía en mente.

Creo que vale la pena señalar que las libretas son una parte importante de mi vida. Además de la que uso para mis clases (una Mead de cinco divisiones) escribo mucho en una libretita azul de pasta dura. No es un diario, eso sería demasiado emo-crapish para mi estilo. Antes de tener el blog, escribía mis debralles en libretas. La libreta azul estuvo perdida por casi tres años y hace poco la encontré y he vuelto a escribir en ella.

Fue interesante leer las cosas que escribí entonces, muchas de las cuales eran importantísimas en su momento y ahora me dan risa. Eso me ha hecho recordar algo que pasó en mi infancia. En una fiesta infantil de no se quien chingados, me subieron a un pony. Y como yo tenía caballos de verdad en casa, me indigné muchísimo. Demandé un caballo grande pero obviamente no habían ahí. Me cagan los ponys. No solo por que sean chaparros, débiles y estúpidos. Muerden, patean, huelen feo. Además son horribles.

No puedes cubrir a un pony con cota de malla y cargar contra las filas enemigas; no, los ponies están hechos para que señoras ricas, gordas y sexualmente frustradas enseñen a montar a sus mocosos pretenciosos y pusilánimes. Pusilánimes por que no se suben a un caballo de verdad.

Bueno, regresando a mi narración, después de la barrica, fuimos a comprar un cartón de caguamas y fuimos a casa de Paco a degustarlas. Refrescante y deliciosa cerveza. Se hacía tarde, y unos tacos de Don Esteban nos hicieron recuperar nuestras facultades mentales y cada quien siguió su camino.

Ah pinches ponies.

Por ejemplo, éste pony galés se siente muy guapo con su greña de rockstar. Pero a la hora de los cates, ni sus luces.

1 Comments:

At May 6, 2005 at 2:43 PM, Blogger Mademoiselle Peligro said...

Haiku agradecido

tú escribiste
urgía tal aliento
y yo sonrío



gracias

 

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