Tomatoes are people too.

Comida. Uno de los más primitivos placeres. Estimulación sensorial de dos vías, la satisfacción instintiva del apetito y la apreciación intelectual del sabor. Temprano por la mañana, el fuerte y amargo sabor del café sin azúcar le indica a mis papilas que el día a comenzado. Y la cafeína, tan amada por mi neocortex y mi lóbulo temporal, llega de pronto a mis venas.

Evoque ahora el lector, la firme suavidad del mango, su exquisita fragancia, el llamativo amarrillo que le cubre. Piense ahora en la sensual piel del durazno, aterciopelada y fina; única barrera que se alza tunante entre su dulce seno frutal y mis sentidos. Inclusive la piña (pendeja como son las piñas) tiene a principios del verano una ricura inaudita.

La pasta. Por todos los dioses la pasta. Sobre todo si se trata de ravioles con salsa de tomate a la italiana, o spaghetti con crema y pesto, esa mezcla de albahaca y parmesano que vuelve locas a las mentes sublunares. Y de los mares, oh Neptuno, ¿acaso has compensado la funesta suerte propinada a Odiseo y el peligro de los viajes de Simbad entregándoles los escamosos frutos de tu jardín?

Hay en las profundidades como en las costas someras, manjares con piel de roca, seres de aspecto monstruoso, pero que una vez pasados por aceite y especias, seducen al mas rudo con sus aromas sutiles y potente sabor.

Bien, basta de prosa rimbombante a la comida. Creo que es todo por hoy, no se pierdan el post de mañana; Now with panties!

All right, they ain’t. But you know what? They don’t really give a fuck anyway. So yay for them. Stupid tomatoes.