Wednesday, October 22, 2008

Latte in hand.

Nuestras vidas están increíblemente bien documentadas. A comparación de los rastros que dejaba la gente común en el pasado-- un puñado de cartas, anécdotas y algunos registros oficiales, nosotros producimos y almacenamos de manera eficiente una inmensa cantidad de información. Si dentro de medio siglo alguien quisiera (por cualquier razón, y asumiendo que el mundo no haya valido madre) hacer una biografía de mi humilde persona, contaría con una enorme cantidad de recursos para construir una imagen de la persona que soy.


Podría leer miles de correos electrónicos y mensajes de texto a celular que he enviado y con eso darse una clara idea de la naturaleza de mi relaciones personales. También podría contactar a cientos de personas que dieran alguna descripción mía, desde compañeros de clase en la primaria hasta empleadores y empleados. Podría sacar mi historia financiera de las bases de datos de los bancos. Hay literalmente cientos (sino miles) de fotografías mías. Mi mamá me tomó muchísimas cuando era yo apenas una larva.


Antes, y no hace tanto, la gente se tomaba dos o tres fotos en toda su vida. La foto de bebé, la del servicio militar y la de la boda. Solo las figuras verdaderamente pivotales en la historia se retrataban más-- aun que solo hay UNA fotografía de Lincoln, por ejemplo. Hay más fotos de mi que de Benito Juarez.


Fotografiarse solía ser una cosa ceremoniosa y cara. Luego con las cámaras caseras, era completamente aceptable para la familia de clase media, tomar 24 o 36 fotos en Navidad o en un cumpleaños. Entonces llegó la cámara digital, y el costo por foto se fue virtualmente a cero. Ahora tomar una foto no cuesta casi nada (el costo de la cámara y de la energía eléctrica) y por eso nuestros índices disparan a discreción y hasta la actividad más mundana puede registrarse a detalle.


Podría acceder a la base de datos de las aerolíneas, compañías de autobuses, casetas de cobro y agencias de autos y tener un mapa detallado de casi todos los lugares a los que he ido.


Con el historial de mi tarjeta de débito sabría que el 3 de Septiembre de 2004 compré unos chocorroles y un paquete de condones Trojan Clásicos en un Oxxo de Zacatecas.


¿Qué chingados?


Caminar por el mundo sin dejar huella es difícil ahora. En lugar de ser anónimos, solo podemos esperar pasar inadvertidos entre la multitud, vernos igual por fuera para que el Gran Hermano no note que por dentro somos los Conspiradores, los críticos de su sistema. En cierta forma, ahora solo se puede ser libre en secreto.


A la chingada, yo me voy a vivir en una cueva. Pero, ¿cómo escribiré en mi blog? Bueno, siempre puedo pintar en las paredes.


Con caca. :(

2 Comments:

At December 13, 2008 at 5:20 PM, Anonymous Anonymous said...

pfff ya no m dio tiempo de leer los demas peroo que barbaraa neta que estee hahaha me gusto ais mucho,, el tema i todo el pedo esta chingon,, diferente a lo que suelo leer en otroa blogs,, diferente a lo que sueloescribirr
pero no mchs gusto tu cierre.
de
solo podemos ser libres en secreto.

es la pinche onda.

que vaa no pues muy buena vibra ee!
te deseoo aca lo mejor
y pasa a checar mis blogs.. yo seguire leyendo los tuyos.

www.myspace.com/adriz33

esta facil entrar

m que?
no pues haber cuando nos volvemos a encontrar alli en le codo
ya trabajo ahi de 9am a 5pm


paz

 
At December 13, 2008 at 5:20 PM, Anonymous Anonymous said...

barbaro* jaja

 

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