I dreamed of a panino.

Or The panino who loved me. De hecho no soñé con un panino. O si lo hice no puedo recordarlo. Y soñar con un panino ciertamente habría sido algo agradable, los paninos son deliciosos. O al menos lo eran la última vez que los comí, hace ya un rato. Pero quizá algunos de ustedes se preguntan ahora; ‘¡oh!, ignaro incólume de mí, falto del conocimiento de la naturaleza de ese quintaescencial panino al que los sabios se refieren en crípticos papiros de épocas largamente caídas en el abismo del olvido, ¿qué y qué en el nombre de todos los cielos es aquel que acecha mis sueños?’

Pues concedo ahora a su acervo cognoscitivo la verdad sobre el panino: Un panino podría definirse como el logro mas audaz al que puede aspirar un espíritu genuinamente modesto. Pero desde luego, tal definición sería no solo inadecuada, sino rotundamente errónea. El panino es en realidad una especie de torta, o submarino o sándwich que constituye un desayuno, almuerzo e inclusive comida casi completa, y es harto popular entre los estudiantes y personal de mi universidad. Su contenido es tan diverso como el del orbe. Solía comerlos con el Tuerto Joe. Ah pobre Joe, que trágica es la historia de la pérdida de su ojo. Pero eso será en otra ocasión. Quizá pueda conseguir una foto de un panino o del Tuerto Joe o de su ojo de vidrio (taaaan cooooool).

Pero basta de eso. Me acaban de interrumpir... y me dio muchísimo gusto.

Ahora pasando a otra cosa, todo parece indicar que mañana iré a La Selva. Pero nada de malaria y guerrilla, La Selva es un bar/tortería/templodiabólico donde venden un trago llamado Saladita, compuesto de toronja, vodka y sal y es rebueno. Tengo más de un buen recuerdo ahí. ‘Ahh, éste muégano no teme adorar a Baco en jueves, descarado’ tal vez esté pensado un lector incisivo, pero no habrá licor para mi mañana. He pactado con Juan (se acuerdan, el novio de Delia) no beber durante éste mes. Así que mañana probablemente sea el único que no se ponga una super peda de campeonato, pero como diría el siempre sabio Norbert: ‘Oiii achso!’. Brillante.